Iván M. Prado Rodríguez
La madera en el jardín.
No hay nada mejor que utilizar materiales naturales para dar sencillez, calidez y armonía a un espacio verde. De entre ellos, la madera es posiblemente uno de los materiales más utilizados para crear y decorar zonas al aire libre. Su disponibilidad, versatilidad, facilidad de instalación y características naturales, han hecho de este material un elemento imprescindible en el jardín desde los inicios de la jardinería.
El diseño funcional de una zona de ocio mediante la utilización de elementos de madera nos da como resultado un espacio en donde la estética confluye con la utilidad. Esto, que en primera instancia pudiera no parecer importante, es lo que acaba por definir la utilización de un lugar. El diseño de terrazas y patios con elementos de madera consigue que lugares que antes apenas utilizábamos puedan llegar a convertirse en nuestros preferidos.
Es importante tener en cuenta a la hora de elegir los tipos de maderas para utilizar en las diversas estructuras del jardín, que estas deben resistir el deterioro producido por hongos e insectos. Otro factor de igual importancia son los temidos agentes externos como la lluvia y humedad, que junto con el calor provocan que la madera se hinche y posteriormente se retraiga, de forma que acaba encorvándose y fracturándose. La vida útil de la madera derivada de sus características naturales puede incrementarse mediante alguno de los múltiples tratamientos existentes en el mercado, con independencia de la especie vegetal de la que provenga.
Entre las maderas más utilizadas para exterior destacan las de especies tropicales como las de ipé, iroko, tatajuba o teka. Estas presentan propiedades físicas que las hacen adecuadas y resistentes al exterior sin necesidad de ningún tratamiento al vacío, sino tan sólo con mantenimientos superficiales con lasures.
Otro tipo de maderas de menor resistencia natural, como las de pino o abeto, también son muy utilizadas en exterior. Sus características aconsejan un tratamiento de protección más intenso como, por ejemplo, el del autoclave. El autoclave es una cámara estanca en la que se somete a la madera a un vacío que permite extraerle parte del aire y del agua encerrados en sus tejidos, para posteriormente introducir a presión un producto protector a base de sales hidrosolubles. Mediante este tratamiento se consigue una buena resistencia a la putrefacción, lo que permite garantizar la durabilidad de la madera a costa de su aspecto exterior, porque normalmente le confiere un ligero tono verdoso.
Otro tipo de tratamiento que se suele utilizar con este tipo de maderas, es el termotratado, en donde se somete a la madera a un ciclo combinado en el cual se alternan altas temperaturas y diferentes grados de humedad. Con ello se transforma la estructura y las propiedades de la madera, de forma que la tendencia natural de la madera a encogerse, hincharse o retorcerse en condiciones de humedad, se reduce considerablemente.
En todo caso, a pesar de los diferentes tratamientos que hayan sufrido las estructuras de madera indicadas para su uso en exterior, es normal que el tiempo y los agentes externos a los que están expuestas nos obliguen a realizar un mantenimiento regular. Es importante revisarlas todos los años y tomar una serie de precauciones, de forma que aumentemos durante el mayor tiempo posible su belleza natural. En particular, es importante comprobar que las superficies no están agrietadas. En el caso de encontrar alguna parte dañada, debemos arreglarla o reemplazarla con la mayor brevedad posible. También hemos de comprobar que los tornillos, clavos, grapas y arandelas no se hayan oxidado. Si el tratamiento que tienen es superficial (barniz o similar) y se encuentra deteriorado, será conveniente eliminarlo mediante lijado y aplicarlo nuevamente.