Iván M. Prado Rodríguez
Nuestro pequeño jardín particular
Cuántos amantes de las plantas y de los jardines sueñan con tener su propio jardín particular pero carecen de un espacio verde donde poder realizarlo. Un pequeño lugar donde poder dar rienda a nuestra imaginación y recrear nuestro pequeño oasis. Es por eso que hoy os proponemos un tipo de jardín diferente que está al alcance de todo aquel que tenga imaginación y disfrute las manualidades. Hablamos de los jardines de cristal o jardines embotellados. Pequeños jardines relativamente sencillos de construir, muy vistosos y que no requieren de mucho espacio, ni tampoco de mucho mantenimiento.
Los jardines de cristal, además de resultar perfectos como elementos de decoración, constituyen pequeños ecosistemas que requieren apenas un mínimo mantenimiento por nuestra parte, y que con una buena ubicación, se ven bellos y cuidados, a pesar de encontrarse casi aislados del mundo exterior.
A la hora de plantearse un jardín de estas características lo primero que tenemos que hacer es conseguir el recipiente que contendrá nuestro pequeño mundo verde. Para ello necesitaremos un recipiente de vidrio lo suficientemente grande como para crear un jardín con la cantidad de plantas que le queramos introducir. Lo habitual es utilizar botellas de cristal o incluso peceras, pero también podemos reciclar algún viejo objeto de vidrio que siempre nos haya gustado pero para el que nunca habíamos encontrado una utilidad concreta. Los recipientes de cristal ahumado no deberían utilizarse, ya que impiden la entrada de luz, vital para las plantas.
Entre las plantas a utilizar para este tipo de jardines, lo habitual es elegir especies de pequeño porte como helechos, selaginella, fittonia, pilea, o pepeomia, entre otras. Una combinación con plantas en distintos tonos suele resultar muy llamativa y decorativa.
A la hora de construir el jardín, debemos tener en cuenta el drenaje del recipiente, para lo cual extenderemos en el fondo del recipiente elegido una capa de unos 3 a 5 cm de espesor de bolas de arcilla de pequeño tamaño, mezcladas con pedacitos de carbón de leña, que le aporta propiedades antisépticas. Posteriormente, añadiremos el sustrato. Una buena forma de introducir estos elementos en nuestro recipiente, es por medio de un embudo, lo cual nos facilitará las tareas de limpieza posterior.
La plantación es la parte más creativa y, a la vez, la que requiere más paciencia. Antes de realizarla, y si el recipiente se presta a ello, aconsejamos utilizar una base algo elevada en el centro para dar relieve al conjunto. Plantar en estos espacios pequeños no es una tarea fácil, por lo que nos veremos en la necesidad de utilizar herramientas largas y estrechas para poder disponer las plantas de la mejor manera posible. Los palillos chinos, los tenedores estrechos o una cucharilla de café (cuchara si el recipiente es lo suficientemente grande) sujeta al extremo de una vara fina de bambú, son herramientas fáciles de conseguir y muy útiles para estos jardines.
Para distribuir las plantas, lo más efectivo es empezar por la periferia del recipiente y, a medida que vamos situando las plantas, ir recubriendo el sustrato con musgo o grava decorativa, hasta completar la plantación.
Para finalizar sólo nos falta regar, para lo cual dejaremos que el agua caiga por las paredes de cristal, hasta llegar al sustrato.
El mantenimiento, como ya hemos comentado es mínimo, aunque no hemos de descuidarlo. Básicamente tendremos que situar nuestro pequeño jardín en un lugar luminoso, donde la luz directa no incida sobre él, regar cuando el sustrato se empiece a secar por la superficie, limpiar las paredes de cristal (no se deben utilizar productos de limpieza agresivos para las plantas, por dentro del recipiente), y podar aquellas plantas que tengan un crecimiento excesivo.
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