La Rosa de Siria
A pesar del frío y la humedad que están ya presentes en nuestro día a día, la Rosa de Siria todavía nos regala sus bellas y llamativas flores, que aportan color y vida en un jardín que se resiste a caer en el sueño otoñal.
El Hibiscus syriacus es un arbusto caducifolio originario de Asia y perteneciente a la familia de las Malváceas que fue introducido en Europa a principios del siglo XVIII debido a su llamativa floración tardía. Su porte puede ser tanto arbustivo como de pequeño árbol pero en cualquier caso destaca por el crecimiento vertical de sus ramas. En altura final rara vez a sobrepasa los 4 metros de altura, por lo que es perfecto para un jardín pequeño o incluso una terraza si se cultiva en un contenedor grande.
Sus hojas son ovaladas, trilobuladas, dentadas y están recubiertas de una pelusa aterciopelada por el envés. Son de color verde oscuro y, entre ellas, desde finales de verano a mediados de otoño, aparecen en las ramas del año numerosas flores, grandes, solitarias o en pares, sencillas, dobles o semidobles, de alegre colorido. Existen variedades con flores blancas, rosas, rojas, violetas o azules, con dibujos púrpuras o rojos en el centro y una prominente columna estaminal que no llega nunca a sobrepasar los pétalos. Actualmente también se comercializan variedades con hojas variegadas en tonos amarillos.
La Rosa de Siria es una planta que a pesar de ser oriunda de zonas cálidas resiste razonablemente bien el frío, aunque antes debe acostumbrarse a él. Por ello, si vamos a situarla en una zona donde haya riego de heladas lo mejor será ubicarla en la zona más protegida y soleada del jardín, resguardada de las corrientes de aire. Los primeros años se recomienda protegerla de las heladas con alguna cubierta de abrigo, a fin de que se vaya haciendo resistente al clima a medida que se va afianzando en el terreno. Su utilización en zonas de costa suele dar grandes resultados, pues tolera bastante bien la salinidad de estas zonas.
Para un desarrollo adecuado, necesita de una exposición soleada continua y de un riego abundante. Lo más recomendable es asegurarle suelos permeables y húmedos, donde no escaseen ni la profundidad ni los nutrientes. En cuanto al abonado, desde principios de primavera hasta el final del verano se pueden realizar abonados periódicos y bien equilibrados.
No es una planta que exija mucho mantenimiento, aunque la poda será clave si queremos que crezca fuerte y florezca de manera continuada entre julio y octubre. Para ello, podaremos sin miedo cada año al final del invierno, de forma que nos aseguremos un gran número de brotes nuevos en primavera y, por tanto, más flores al final del verano. Es importante respetar la estructura principal del árbol, ya que es el eje que sujetará los nuevos brotes.
Su uso más extendido en jardinería es como ejemplar aislado o formando setos libres. Es una planta muy utilizada en jardinería urbana, pues su pequeño tamaño la hace perfecta para su utilización en alineaciones en calles pequeñas y estrellas. Su cultivo en terraza es posible pero necesita estar situada en una maceta grande y profunda.
La Rosa de Siria es una planta que puede ser atacada por el pulgón, la araña roja y la cochinilla, y como consecuencia de estas, por las hormigas y la negrilla, por lo que puede ser recomendable en algunos casos realizar tratamientos preventivos para evitar este tipo de problemas.
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