Trasplantar plantas en contenedor
Iván Manuel Prado Rodríguez
Todas las plantas bien cuidadas crecen, tanto las que están plantadas en el jardín, como las que tenemos en casa o en la terraza. Es por eso que hoy queremos hablaros del trasplante de las plantas en contenedor, una operación fundamental, sencilla y muy útil en jardinería si queremos que nuestras plantas de casa o aquellas que tenemos ubicadas en jardineras o en maceteros en el exterior crezcan sanas y vigorosas.
Todas las plantas que cultivemos en contenedor agradecen que se les realicen trasplantes con cierta frecuencia, ya que se cultivan con una cantidad de espacio, sustrato y nutrientes muy limitada. De hecho, en la mayoría de los casos, nuestras plantas nos suelen avisar de cuándo ha llegado el momento de mejorar sus condiciones de vida. Los signos más evidentes de que ha llegado el momento de realizar el trasplante suelen verse cuando empiezan a sobresalir las raíces de la planta por el agujero de drenaje de la maceta. También cuando la planta parece triste y mustia, a pesar de haberle brindado todos los cuidados posibles. Está claro que no siempre debemos esperar a ver estos signos, más bien estas señales son para los aficionados a la jardinería algo despistados…
El trasplante no tiene por qué realizarse de necesariamente todos los años, aunque es algo recomendable si queremos que nuestras plantas sigan creciendo sanas y fuertes. Es importante recordar que una planta que tiene bien desarrollado su sistema radicular, o que cuenta con una cantidad adecuada de sustrato para su tamaño, no necesita cambiar de maceta. Al menos no a una mayor.
Las plantas de gran tamaño que tengamos en macetas difíciles de manejar, no necesitan de un trasplante total. Una buena forma de que sigan con un crecimiento sano es cambiar sólo parte del sustrato antiguo por otro nuevo. Para esto habrá que remover y quitar la capa superficial del sustrato. Posteriormente incorporaremos una nueva capa de sustrato que sustituirá a la anterior.
A la hora de realizar el trasplante, debemos recordar que la mayoría de plantas tiende a desarrollarse mejor en macetas aparentemente pequeñas que en recipientes de grandes dimensiones. Lo más adecuado es mantener un equilibrio entre la parte aérea de la planta, el sistema radicular y la maceta. La mayoría de las veces, lo más apropiado es elegir un nueva maceta de un tamaño ligeramente superior a la anterior. Si optamos por elegir un recipiente mucho más grande de lo que necesitamos, conseguiremos que crezcan más las raíces de la planta que la parte área, que no es precisamente lo que buscamos.
Además de conferir unas mejores condiciones de vida a la planta, el trasplante también nos da la oportunidad de revisar su sistema radicular, de forma que podemos eliminar todas aquellas raíces que aparezcan secas o presenten un estado deficiente. Igualmente, nos permite conocer algo mejor su estado sanitario: si observamos que la tierra de nuestras plantas presenta insectos, debemos retirar todo el sustrato, y lavar bien las raíces de la planta bajo un grifo.
Antes de ponernos manos a la obra, es importante avituallarse de todos los materiales necesarios. Es decir, los nuevos recipiente en que vamos a instalar a las plantas, las plantas, el material para el drenaje, plantadores y trasplantadores, regaderas, tijeras, etiquetas, etc.
Previamente al trasplante, conviene regar la planta ligeramente hasta que el sustrato quede totalmente humedecido. Con esto evitamos que el cepellón se deshaga mucho al sacarlo de la maceta. Si el recipiente que hemos elegido no tiene un agujero para la evacuación del agua, debemos realizarle uno en el fondo. A mayores, es recomendable colocar en la base del nuevo recipiente una capa de grava o pequeños guijarros, a modo de drenaje. Encima de esta capa se situará un trozo de fieltro de jardín, con el fin de retener las pequeñas partículas de sustrato que podrían escaparse arrastradas por el agua de riego y taponar los orificios de drenaje.
Posteriormente cubriremos la base del nuevo recipiente con una pequeña capa de sustrato, y situaremos la planta lo más centrada posible. Rellenaremos la maceta con más sustrato hasta que el cepellón quede completamente cubierto. Es importante presionar con las manos la capa superficial del sustrato, a fin de eliminar las posibles bolsas de aire que puedan quedar alrededor de las raíces y asentar la planta lo más firmemente posible. Un riego final abundante pero suave siempre es necesario, pues nos ayuda a compactar el sustrato y facilita una adherencia perfecta entre el suelo y las raíces de la planta.
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