Durante el invierno, las ausencias no muy prolongadas en el tiempo no suelen suponer problema alguno para nuestras plantas, pero en verano la cosa cambia. ¿Quién no ha vuelto de vacaciones y ha descubierto a sus plantas secas, mustias y tristes? Por desgracia, no siempre podemos recurrir a amigos o familiares para regarlas y cuidar de ellas como lo haríamos nosotros. Si este es tu caso, no te preocupes, hoy vamos a intentar dar algún consejo para evitar que esto no vuelva a ocurrir, o por lo menos para minimizar los efectos derivados de una larga ausencia.
Entre los distintos métodos para regar las plantas sin que nosotros estemos presentes podemos encontrar algunos muy sofisticados y caros, pero también otros de construcción simple y casera que suelen resultar bastante efectivos.
La mejor solución para un jardín es la del riego automático. La inversión inicial varía dependiendo de lo que busquemos, pero el resultado final siempre compensa, tanto por el cuidado que proporciona a las plantas como por liberarnos de muchos quebraderos de cabeza.
En casa, las opciones son algo más variadas, pero lo primero que debemos hacer es averiguar qué tipo de plantas tenemos. Es decir, debemos conocer si demandan riego abundante o escaso, lo que determinará el método más adecuado a emplear en cada caso. Una vez identificadas las necesidades hídricas de nuestras plantas, lo mejor es formar grupos de necesidades similares y ubicarlas todas en una habitación poco luminosa y fresca, en donde el sol directo no haga acto de presencia. Al reducir la luz, también reduciremos el crecimiento y con ello el consumo de agua.
Si la ausencia es breve, un riego por inmersión suele dar buen resultado, sobre todo si nuestras plantas son de las que sufren un par de días sin agua. Para esto llenaremos la bañera o el fregadero e introduciremos las macetas durante media hora, después las escurriremos y las situaremos en el lugar que les hemos elegido.
El riego por capilaridad suele ser efectivo cuando nuestra ausencia se prolonga durante un tiempo algo mayor, una semana o un poco más. Con este método las plantas absorben la cantidad de agua que necesitan, sin llegar a saturarse de agua. Un sistema casero de este tipo de riego consiste en situar recipientes de agua al lado de las plantas (a más plantas y tiempo de ausencia, mayor el tamaño de los recipientes) y comunicarlos entre sí con una cuerda de algodón. El agua penetrará en el tejido y llegará al sustrato de las distintas plantas por capilaridad. Es recomendable acolchar las plantas, con corteza, grava o bolitas de arcilla expandida: de esta manera conservarán mejor la humedad en la tierra, y evitarán que el agua se evapore con rapidez. Una variante comercial del mismo método son las hidrojardineras, las cuales llevan en su interior un depósito de agua separado de la tierra, unas mechas conductoras que se sumergen en dicho depósito, un tubo de llenado y un pequeño respiradero en que se indica el nivel del agua. Al igual que el sistema anterior, el tejido se empapa y el agua sube al sustrato por capilaridad, lo que permite que las plantas aguantes durante al menos tres semanas.
Otro sistema efectivo y casero es llenar una botella de plástico de agua, hacerle un pequeño agujero en el tapón, y situarla boca abajo en el sustrato, de modo que la planta vaya absorbiendo el agua a medida que lo vaya necesitando.
Una alternativa cómoda y practica son los geles de agua sólida que, añadidos en las plantas, permiten que éstas aguantes sin riego durante un mes. El gel funciona racionando el suministro de agua en las raíces.
Estos entre otros muchos consejos, son medidas prácticas que podemos utilizar para minimizar los efectos de nuestras escapadas. Con independencia de cuál sea el elegido, recordad que antes de irnos de vacaciones debemos regar y fertilizar bien todas las plantas.
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