Iván M. Prado Rodríguez
Los pequeños frutos del bosque en el jardín.
El cultivo de pequeños frutos del bosque en el jardín es una afición que no os decepcionará. Las fresas, las frambuesas, las grosellas y los arándanos son los pequeños frutos más habituales a la hora de cultivar, aunque también hay otros menos conocidos que dan buenos resultados y son beneficiosos para nuestro organismo. Este tipo de plantas no sólo nos son útiles por la obtención de sus preciados frutos, sino que en muchos casos sirven como plantas decorativas y son muy agradecidas. Su peculiar forma desordenada, arbustiva o rastrera, dependiendo de la especie que elijamos, nos acercará un poco más a la naturaleza en estado puro, nos ayudará a evadirnos, y de paso a tener materia prima de calidad para zumos muy saludables y ricos postres. Además, estos pequeños frutos son perfectos para congelar o conservar en forma de mermelada o confitura, por lo que nos pueden durar todo el año, sin preocuparnos de que se nos estropeen.
Los pequeños frutos ofrecen ventajas con respecto a frutales de mayor tamaño, principalmente debido a sus menores requerimientos de espacio y su rápida entrada en producción: se suelen obtener frutos al primer o segundo año plantación. A mayores, este tipo de frutos no son fáciles de conseguir en supermercados y fruterías, por lo que es otra razón más para tenerlos en nuestro jardín.
Su disposición en el jardín dependerá del espacio que tengamos: Las fresas se pueden colocar a modo de frontera para un macizo de plantas de flor; otra opción es utilizarlas como plantas tapizantes. Tanto en este caso como en el anterior, es necesario la utilización de algún tipo de malla antihierba, ya que si no el contacto de las fresas con el suelo puede provocar su pudrición. Si no tenemos espacio pero adoramos las fresas, una buena solución es utilizar una maceta para fresas, en donde además de durarnos varios años, resultan un elemento de ornamentación muy decorativo; las frambuesas o las zarzamoras pueden situarse en espaldera, en un enrejado o un muro de la casa, de forma que además de darnos frutos, también resultan un buen sistema de protección; los arándanos y las grosellas, son especies perfectas para constituir setos informales.
El cultivo de este tipo de plantas es apto tanto en maceta como directamente en el suelo, por lo que también se pueden cultivar en terrazas. Una buena recomendación, es plantar sólo un número de plantas que se puedan cuidar de forma adecuada. Es mejor tener una plantación pequeña, que una grande y descuidada.
A la hora de elegir el sitio de plantación, lo mejor es optar por un lugar cercano a casa, protegido de heladas y vientos fuertes (las flores tienden a morir con facilidad), sin problemas de encharcamiento, soleado y rico en materia orgánica. Normalmente estas plantas suelen ser muy rústicas y no presentan grandes problemas de plagas y enfermedades, por lo que con un poco de atención que les prestemos nos darán grandes satisfacciones.
Entre las distintas especies y variedades de pequeños frutos que se suelen encontrar en el mercado destacan, entre otros: El grosellero rojo (Ribes rubrum), el grosellero negro (Ribes nigrum), el grosellero espinoso (Ribes uva-crispa), el frambueso (Rubus idaeus), el frambueso blanco (Rubus idaeus ‘Fall Gold’), la zarzamora sin espinas (Rubus fruticosus), el arándano azul (Vaccinum corymbosum), la mora frambuesa (Rubus Tayberry) y la aronia (Aronia melanocarpa).