Iván M. Prado Rodríguez
Las Mallas antihierbas
Seguro que en alguna ocasión os habréis hartado de sacar de vuestro jardín esas plantas que crecen por doquier, y se instalan en los lugares más insospechados. Una gran parte de ellas desluce todo el trabajo que hemos ido realizando a lo largo del año, invadiéndolo todo con su presencia. La mayor propagación de estas plantas se suele producir sobre todo en los meses de calor y humedad, cuando todo proliferan con mayor rapidez.
Es cierto que la tarea de eliminar plantas indeseadas nos ayuda a reconocer el jardín, y detectar de este modo tanto pequeños problemas como otros acontecimientos que de otro modo nos habrían pasado desapercibidos. Se trata de una labor de vital importancia que no debemos descuidar, pues un pequeño síntoma se puede convertir en una plaga voraz si no se le presta la atención adecuada.
Sin embargo, una manera más fácil, cómoda y económica de mantener una zona ajardinada, un camino, un invernadero, o un vivero libres de hierbas indeseadas, barro y encharcamientos es con el uso de las mallas antihierbas. Estas pueden resultar de lo más útil tanto en interior como en exterior, para cultivos en maceta, contenedor, producción de planta para flor cortada, cultivo de frutales, plantaciones de árboles ornamentales, macizos y borduras tanto en jardinería pública como en la privada.
La principal función de este tipo de mallas es impedir la función clorofílica durante los procesos de germinación de las semillas. Por ello, la densidad de su tejido (que condiciona la capacidad de bloquear la luz) es una característica fundamental para su funcionamiento así como para su estabilidad y durabilidad. Por otra parte, el uso de mallas no sólo nos permite controlar las malas hierbas no deseadas, sino que al impedir que la tierra entre en contacto directo con el sol, conseguimos reducir la evaporación (y por lo tanto el consumo de agua) sin bloquear el paso del aire o agua. De forma mejoramos las condiciones del suelo, conseguimos una temperatura más elevada en el mismo (lo cual es muy interesante para especies sensibles al frío), y una mejor utilización de la humedad, con lo que favoreceremos el crecimiento acelerado de nuestras plantas.
Todas estas características hacen que las mallas antihierbas sean muy utilizadas en jardinería y actuaciones medioambientales, no sólo para evitar las malas hierbas sino también para proteger el terreno contra la erosión. Si nos fijamos un poco nos será muy fácil reconocerlas en taludes, medianas de carretera y autovías, o rotondas, por ejemplo.
Existen en el mercado dos tipos fundamentales de malla antihierba: la malla antihierba tejida y las mallas geotextiles. Estas últimas son mallas compuestas por fibras sintéticas y orgánicascuyas características principales se basan en su resistencia mecánica a la perforación, tracción y a su capacidad drenante. La calidad y durabilidad de las mallas se mide tanto por el gramaje como por el tipo de malla. En el mercado existen mallas desde 60 gr/m2 hasta 140 gr/m2 de diferentes anchos y colores de forma que se adapten a nuestras necesidades. La sujeción al terreno se realiza mediante grapas de alambre o hierro dependiendo de la utilidad que le vayamos a dar. Normalmente, en jardinería las mallas se recubren bien con plantas tapizantes, o bien con algún material decorativo como grava, corteza de pino, o pizarra triturada, por ejemplo, de forma que no desentone con nuestro tipo de jardín.
En definitiva sea cual sea el estilo del jardín, el uso de mallas antihierbas es en general una buena elección, y probablemente un gran ahorro de tiempo al no tener que realizar las escardas concienzudas, evitando con ello el uso de herbicidas y todo lo que esto supone.
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