Iván M. Prado Rodríguez
Los pulgones.
Hoy dedicaremos este espacio para hablar del pulgón, una plaga muy común durante la primavera y el verano que ataca a casi todas las plantas, tanto de exterior como de interior.
Los pulgones, también denominados áfidos, son una clase de insectos chupadores que atacan a las hojas tiernas, por lo que causan daños importantes en las plantas jóvenes. Una planta que se encuentre fuertemente infestada puede sufrir múltiples daños, como la reducción de su crecimiento, el desprendimiento de las flores y los frutos, la aparición de hormigas que se alimentan de las gotas de melaza que secretan los pulgones, o del hongo Negrilla (Fumaginas sp.), de color negro y que aparece sobre la melaza, afeando la planta y perjudicándola al impedir la fotosíntesis. A mayores de estos daños, hay que tener muy presente que los pulgones son los principales transmisores de virus fitopatógenos, ya que cuando pican una planta infectada y se trasladan a una sana, le inyectan el virus.
Con algo de observación es muy fácil detectarlos ya que dan lugar a síntomas muy característicos. Uno muy claro es ver al propio insecto, éste es muy pequeño, entorno a los 2 mm, de consistencia suave y suelen tener alas (los hay sin ellas), viven en colonias y su color puede variar del blanco al negro, pasando por el amarillo o el verde; otro síntoma típico son las hojas enrolladas, pegajosas y los brotes atacados; las manchas amarillas o de color verde pálido nos indican los puntos de picadura.
Una buena práctica para evitar su presencia es la eliminación de las malas hierbas y los restos de cultivo del jardín, para que no se refugien allí. Si el ataque es débil, suele ser efectivo cortar las hojas y los brotes dañados.
Si la plaga es intensa lo más aconsejado es utilizar un insecticida sistémico, es decir, que al chupar la savia mueran al llevar ésta el veneno. Lo mejor es tratar a los primeros individuos, ya que disminuyen mucho la capacidad de proliferación de la plaga.
Se desarrollan con gran rapidez por lo que siempre es mejor tratar la planta cuando se detecten los primeros síntomas. Los tratamientos han de repetirse varias veces a lo largo del año, ya que tienen varias generaciones. Así, es habitual dar un tratamiento al mes en primavera y verano, aunque siempre se debe verificar si hay o no hay antes de tratar. Asegúrese de que los tratamientos alcancen bien el envés de las hojas y queden bien mojadas por el producto.
Si preferimos remedios ecológicos, hemos de tener presente que el pulgón tiene muchos enemigos naturales (mariquita, crisopa, pequeñas avispillas que los parasitan), pero ninguno lo controla completamente, por eso hay que recurrir a tratamientos químicos. La mariquita, la crisopa, las avispillas, etc. son colaboradores que se deben proteger, evitando su destrucción mediante tratamientos con productos de amplio espectro.
Una solución muy efectiva contra el pulgón es pulverizar las plantas afectadas con agua jabonosa o con agua templada a presión. También es muy utilizado otro remedio que consiste en una infusión a base de ortigas. Si son árboles los afectados coloque en la corteza cintas pegajosas; ahí quedarán atrapados.
Por último, plante cerca de las especies más sensibles: madreselva, lupino, dedalera u ortiga, todas éstas actúan como repelentes naturales del pulgón.
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