Huertos urbanos
Iván M. Prado Rodríguez
Poco a poco el cuidar el planeta, y sobre todo el saber lo que comemos y de dónde procede, empieza a tener más adeptos. Cada vez es mayor el número de personas que deciden producir sus propios alimentos hortícolas, sin que por ello tengan que vivir en el campo o dispongan de un terreno de grandes dimensiones para hacerlo. La verdad es que un balcón, un patio, una azotea, una cocina soleada o un jardín, es espacio más que suficiente para nuestro huerto particular, por lo que no tenemos por qué resignarnos a no producir nuestros alimentos simplemente por la falta de suelo.
En muchos ayuntamientos, las autoridades competentes permiten la utilización parcial de algunas zonas verdes para su uso como huertas públicas. Estas parcelas son adjudicadas a sus inquilinos previo sorteo, y normalmente en ellas se respeta los principios de la agricultura ecológica y tradicional. Un buen ejemplo de éstas son las huertas del parque de Belvís o Fontiñas, entre otros, en Santiago de Compostela, las huertas del río Rato, las de Paradai y las del Parque dos Paxariños, en Lugo, y los huertos municipales del Parque de Montealegre y Mariñamansa en Ourense.
El cultivo de hortalizas y otras plantas culinarias es una buena forma de iniciar a los niños en el cuidado de la tierra y en el de su importancia. Esta tarea entretenida y productiva no sólo refuerza nuestra salud y nuestro bienestar, sino que además nos asegura productos de calidad.
A la hora de planificar la zona de cultivo hay que evaluar la superficie con la que se va a contar, de forma que se pueda repartir el espacio en función de los productos que se van a sembrar o plantar. Es muy importante conocer las características climáticas y físicas de la zona de plantación, ya que la cosecha dependerá, en gran medida, de las horas de luz que tenga. Un simple tiesto puede servir para plantar perejil, fresas u otras especies pequeñas, pero es preferible utilizar contenedores de mayores dimensiones, en donde las raíces de las plantas puedan desenvolverse con libertad. Las jardineras de obra que se construyen en los balcones son una buena opción, ya que por lo general suelen ser espacios anchos y profundos, y si resulta que están bien orientadas (orientación sur), las posibilidades que nos ofrecen son enormes. Si contamos con una superficie mayor, un diseño creativo y funcional nos ayudará a integrar el nuevo espacio en la estética del lugar. En cualquier caso, la huerta puede considerarse como un espacio autónomo en el jardín delimitado por un cierro bajo vegetal o de madera, o puede ser parte del mismo.
Antes de plantar debemos tener claro que es lo que queremos y como conseguirlo. La elección de los cultivos dependerá de la destreza y del gusto de los agricultores, así como de los ciclos de las plantas. Siempre hemos de tener en cuenta el recorrido del sol y las corrientes de aire en el espacio a cultivar, para poder ubicar las plantas de la forma más adecuada. Las plantas más altas dan sombra a las plantas de hojas (lechugas, acelgas) y las más fuertes frenan el viento. Las plantas que dan frutos (pimientos, tomates) requieren de muchas horas de sol y las de hojas o raíces menos.
Es importante respetar la rotación de cultivos para mejorar la calidad de los productos y preservar la salud y fertilidad del terreno, así como, conocer el tiempo y el espacio que ocuparán las especies a plantar. Las calabazas por ejemplo necesitan de mucho espacio para crecer, pero un par de ejemplares son más que suficientes para tener una buena producción. En el caso de las lechugas, lo ideal es plantarlas de forma graduada para garantizar el abastecimiento diario. El cultivo de las planta medicinales, es fundamental para el control biológico de las plagas. Hay plantas, como la lechuga o la acelga, a las cuales es preferible ir quitando hojas para su consumo, en vez de cortar la planta entera.
Comentarios recientes